Cuantas veces quizas nos ha sucedido, o hemos escuchado “palabras hirientes y menospreciativas”, que hirieron profundamente, para luego ver que sonrie en tu cara y te dice “es solo una broma” (?)
Estos casos no solo se da en tu pareja, sino en la familia o en los padres o en el circulo de amistad. Las personas que “hieren con sus palabras” saben muy bien que hieren y se sonrien por que es una forma de disminuirte ante los demas o ante tu propio ego personal.
Una herida cicatriza y sana, una palabra hiriente hirio y no cicatriza queda por siempre en nuestro cerebro.

Las palabras duelen? Por qué? Las personas que son responsables de este tipo de abuso verbal son autoritarias y buscan tener a los demás bajo su control. Estos viven del chantaje y la manipulación verbal, tal vez para hacer sentir a los demás como ellas se sintieron alguna vez (muchos de estos han sido tratados por sus padres, hermanos o ex parejas) que se han convertido como perros con rabia, deseando moder a otros.
La psicóloga Valeria Sabater dice: Las palabras tienen poder, tanto que son capaces de ocasionar un dolor emocional muy profundo, como si hubiéramos recibido un golpe, como si una embestida directa partiera nuestra alma, y fragmentado el corazón en mil pedazos.

La forma en la que hablamos a otros (llena de palabras positivas o negativas), que emitimos, nuestras quejas, nuestras alabanzas, nuestras muestras de gratitud, nuestros reproches, afecta la percepción que los demás tienen sobre nosotros y tiene el potencial de incidir en nuestro comportamiento y nuestro estado de ánimo.
Decir palabras hirientes con regularidad significa faltarle el respeto a su pareja, familia y amistades. Las relaciones abusivas se dan por estas “palabras hirientes” que desean humillar emocionalmente, son controladoras, hasta en casos severos como motivas al suicidio. El objetivo del abusador con sus palabras hirientes es controlarte a cualquier precio. Los efectos de las palabras hirientes pueden tener incidencia en la salud emocional de quien escucha; así como en la salud de quien las pronuncia. Esto corrobora el hecho de que quienes cargan su vocabulario con un gran número de palabras negativas y menospreciativas, usualmente viven arrastrados por el pesimismo y las creencias limitantes.

Las palabras dan forma a nuestra visión de las cosas. Por eso es importante usar palabras no agresivas para describir lo que hacemos, o para explicar a los demás lo que sentimos o necesitamos, nuestro lenguaje no agresivo no indica seamos menos fuertes sino indica que tenemos una propia personalidad indepediente y fuerte. Las palabras son más dolorosas que los hechos, todo es relativo y depende de nuestra estructura emocional, es decir, de qué tan relevante es el lenguaje verbal en nuestra vida en comparación con las acciones. Una forma de sanar el dolor causado por las palabras hirientes es involucrarte en actividades agradables y positivas, con gente que no tenga un lenguaje mezquino y agresivo, dedica tiempo para hacer cosas que te hagan sonreír, rodeate de gente positiva y menos negativa o pesimista o agresiva.
Comunicarse de una manera positiva hacia los demas, previene la agresividad y desarrolla el respeto con la capacidad personal para enfrentarse a momentos difíciles. Este tipo de comunicación se debe fomentar y estimular tambien en los hijos.
“No llamar broma, a tus palabras menospreciantes” amadriadi
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